sábado, 5 de abril de 2014

Obsesionario.

Ha vuelto él y me he ido yo. Una vez más. Como llego abril, llego el frío.

Volvió. Y regreso mi felicidad a medias, mis sabanas mojadas con lágrimas y mis pedazos en su mano.
Un obsesionario es un conjunto de relatos cargados de nostalgia y pena y poca gloria.

Un obsesionario como el mio es peligroso de leer, suena encantador, es delicioso disfrutar con tantos sucesos desafortunados. Es como abril, aún es verano y las noches son frías, los días pasan rápido y las noches pasan lento. Las nostalgia es un efecto permanente, el extrañar, el llorar y el reirse de uno mismo. Es un calendario que se repite, un sábado en febrero, el dominó que hace caer las piezas. Es despertar cada día con la resaca emocional, con nauseas y ganas de llorar. Las lágrimas, el duelo, y tantas veces "te juro que es la última vez". La nostalgia es un vacío que no se llena, es el vaso medio lleno de tristeza.


Un obsesionario es una historia de duelo y olvido, de olvido de uno mismo (claro está) y de apabullantes horas que no cambian de propósito.

Un obsesionario es una tragicomedia llena de batallas y de flores marchitas, de nuncas que terminan dichos como siempres, de lunes peores que los de los demás, de domingos sin razón.



Un obsesionario es, sin duda, mi libro favorito.



-¿Qué es mejor? ¿ El dolor o el olvido?





No hay comentarios:

Publicar un comentario